lunes, 12 de diciembre de 2016

Contar los días en Casa Azul de Padua

La Casa Azul de Padua nos recibió con su frescura, su sencillez y su sensibilidad a flor de piel. Cristian, con su tono sereno y sus ojos siempre asombrados ante la belleza, nos abrió las puertas. Claudia, con el mismo amor, sirvió el café, trajo el edulcorante, leyó sus hermosos poemas, cantó con esa dulzura que la caracteriza. Gustavo D'Orazio, mi escudero fiel, me acompañó y me apoyó, más brillante que nunca. Las chicas del taller de narración oral me mimaron como siempre. ¿Yo? Una vez más me sentí feliz y agradecida, rendida ante el poder de la poesía. Y sí, Contar los días estuvo allí y vivió una inolvidable experiencia.